domingo, 21 de diciembre de 2014

¿All I want for Christmas is you?

Si hace ocho años me hubieses preguntado qué quería para Navidad lo más seguro es que mi respuesta hubiese sido juguetes. Muñecas, juegos de cocina, películas de Barbie: ese era mi mundo. Ahora pienso en ello y me doy cuenta de lo mucho que he crecido, madurado. Tal vez para mal. Cosas como esas ya no me interesan en absoluto. Si me preguntaras ahora, no sabría qué responder. Tal vez un libro, tal vez un nuevo celular, ropa, yo qué sé. Al fin y al cabo creo que los regalos materiales son lo último en lo que pienso.
Quizá solo te quiero a ti.
Quizá lo único que quiero es morir.
Quizá quiero ambas cosas.
Pero no puedo morir y tenerte al mismo tiempo. Así que tendría que escoger.
El caso es que miro hacia atrás y todo era tan fácil. Me dabas un peluche, un juguete, y ¡listo! Era feliz. Ahora no. Ahora sobrepienso las cosas, guardo secretos, no me contento con un simple regalo. Es todo horriblemente diferente. Mi familia está alistando los últimos detalles antes del gran día: el árbol, lo que se servirá en la cena, los parientes que sí son bienvenidos a ella. Al final todo lo que será es una reunión de gente hipócrita deseándole lo "mejor" a más gente hipócrita. Y yo me convierto en una hipócrita también al estar presente en esa payasada de fiesta. Es por eso que no me gusta la Navidad: se ha tergiversado completamente su verdadero significado. Las empresas la usan con fines de lucro, incluso algunas personas también. La mayoría se preocupa solo por cuán decorada está su casa o si su ropa es la apropiada para la ocasión. Asco. Y yo estoy aquí, escribiéndote, contándote lo mucho que te quiero y lo mucho que odio estas fechas y lo mucho que deseo morir en este instante.
No respondas si no tienes nada malo que decir.
Cambio y fuera.


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