domingo, 17 de febrero de 2013

You don't know my name.

Aquí, sentada frente a ti, sin decirte una palabra. Aquí, viendo cómo te vas quedando dormido apoyado en la ventana. Aquí, en el tren que me ha permitido verte durante los últimos días, y que se ha convertido en mi lugar favorito. Aquí. Ahora. Sé que estoy enamorada.
No sabes que por ti me ha cortado el cabello. No sabes que por ti me he maquillado. No sabes lo que siente mi corazón por ti.
No sé nada sobre ti, ni siquiera tu nombre. Las pocas veces que hablamos solo intercambiamos un "Hola". Pero llevo guardado ese saludo en mi memoria, en mi corazón, y me acompaña todo el tiempo que no he podido verte.
De pronto, te levantas, como si durante todo este tiempo hubieras estado pensando con los ojos cerrados. Me tomas la mano; yo me olvido hasta de respirar, y me dices: "Te quiero".
El corazón se me acelera, siento que nada más existimos tú y yo. Y es entonces cuando bajo de mi nube. ¿Podría ser cierto? ¿En realidad me quería? ¿O me estaba engañando?
"Pero, si tú no me conoces, no sabes ni mi nombre. ¿Cómo puedes quererme?", le pregunté incrédula, mas albergando la esperanza de que todo fuera verdad. "Eso no me importa, no me importa no saber nada sobre ti. Solo me bastó verte por primera vez para enamorarme de ti. Te amo".
Esas dos últimas palabras hicieron que me tiemble el cuerpo y que me salgan lágrimas de felicidad. En ese instante pasábamos bajo un túnel, y tú aprovechaste para robarme un beso, el beso más dulce y perfecto de toda mi vida.
Tú no sabes mi nombre, ni yo el tuyo, pero estamos aquí, juntos, en el tren que vio nacer nuestro amor.


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