jueves, 11 de abril de 2013

Habia una vez...un globo rosa.

Ya no podía más con eso. Decidió sentarse a mirar el amanecer. El comienzo de un nuevo día. Su día.
Tenía que olvidarse de todo, del pasado, de toda esa gente que le hizo daño. Ahora solo debía pensar en su nueva familia, en que volvería a empezar, en que no merecía sufrir por algo que no valía la pena.
Se puso de pie y dejó que al globo rosa que llevaba en la mano se lo lleve el viento. Y con él, todos sus problemas, tristezas y miedos. Cuando el globo empezó a desvanecerse en el cielo infinito, ella se sentía mejor que nunca.
Recordó esa fecha en la cual su madre le dijo: "Si te sientes mal, sin fuerzas ni ánimos para nada; arroja un globo hacia el cielo y verás como todo mejora. Él se llevará todas tus lágrimas y las cambiará por sonrisas". Pero ella hizo exactamente lo mismo aquel trágico día. Y ocurrió todo lo contrario. El globo rosa se llevó a lo que más quería. Su felicidad. Sus padres.
Hoy es todo lo contrario. Ahora ha recuperado todo lo que había perdido. Esa alegría y valentía han regresado y se siente preparada para todo lo que el destino le depare.
"Gracias", musitó para si misma, porque era ahí donde sus padres vivían. En su interior.
Salió corriendo, dejando todo atrás. Todo lo malo del pasado. A esas lágrimas que ahora son sonrisas. Y al globo rosa que se perdió entre las nubes.


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