Solo se dignó a quedarse callada. No tenía una respuesta clara para lo que él le había propuesto. Se encontraba tan confundida en ese momento. "Escápate conmigo". Solo eso rondaba por sus pensamientos. "Yo...".No sabía que decirle. Sí, eso haría, irse con él hasta el fin del mundo. Pero todo se lo impedía. Su padre, un hombre autoritario, no le perdonaría que su hija menor se haya fugado con un hombre sin estar casada. Los buscaría por cielo, mar y tierra hasta encontrarlos. Si lo hacía, arruinaría la felicidad de ambos. Y eso era lo que menos quería: hacerlo infeliz. Su madre caería en la más profunda tristeza al saber que su pequeña la abandonaría. Además, él también tenía que perder. Tenía que enviarle dinero a su familia cada mes, y al estar con ella, no podría hacerlo. No quería que estén desamparados por su culpa. "Sofía, ¿me amas?". Claro que lo hacía, con toda su alma y más que a su propia vida. Pero...
"Yo no puedo, Nicholas. No puedo." dijo casi entre sollozos. " ¿Por qué? ". Gran pregunta; por todo. "Solo, no puedo irme contigo. Lo...Lo siento". Y al decir el último susurro, se marchó corriendo de aquel bosque tan hermoso donde se encontraban cada atardecer. Aquel que había sido testigo de las escenas más bellas, y ahora de la más triste.
"Espera, Sofía. Por favor, ¡detente! ", gritaba el muchacho desesperado. Pero ya era tarde; se había perdido entre los árboles y arbustos. Lo dejó ahí, deshecho, con tantas dudas y preguntas en su interior que jamás tendrán respuesta. Al igual que su corazón jamás volverá a tener otra dueña.
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